martes, 26 de julio de 2022

El monstruo soy yo

Hoy, el monstruo soy yo. No sólo hoy, desde hace tiempo reconozco que el monstruo soy yo. Soy el monstruo suicida, quejón, destructor. Soy el monstruo deformado y manchado, soy el monstruo que sabe que las cosas pueden ir peor, y fuma sobre eso. ¿Qué más quieres monstruo? ¿Qué más quieres de mí, si ya lo tomaste todo? Lo tomaste y lo destruiste todo. Todo lo que soy, todo lo que fui, todo lo que creí, todo lo que quise, todo lo que tenía, todos a quienes tenía. ¿Qué más quieres de mí? ¿Por qué no te sales de aquí?

Todo lo destruí, julio del 2022 ha sido el mes de la destrucción. Todo lo que me importaba lo vi romperse en pedazos, incluso mi propia vida, ya sólo quiero que se rompa en pedazos. Terminé mi relación, que no era una relación (bueno, me terminaron, pero yo lo llevé a él a tomar esa decisión), rompí mi relación más importante de amistad, rompí mi presente y la imagen que tenía de mi futuro, rompí mi sueños y mi corazón. Sólo pienso en la muerte, oh, cómo pienso en esa malparida. Todo el día me susurra al oído que está ahí, que es la única que me espera, que es la única que me quiere cerca. El fin de semana me lo gritó al oído, murió mi primo Carlos, todos sabemos que era mi favorito, era el más cercano a mí, el más parecido a mí, nos gustaban las mismas cosas, fumamos el mismo porro, nos quisimos mucho, tal vez debimos querernos más. Murió Carlos, golpeado y mal herido, ¿Quién puede saber si también tenía su corazón roto? Nadie lo sabe, nadie lo sabrá. Tal vez sólo esa chica que fue la última en hablar con él. Ella es la única que sabe cómo estaba él. No sé porqué pienso que él podría tener su corazoncito roto. Tal vez porque yo tengo mi corazoncito roto. 

He tomado tantas decisiones, todas tan rápido, con la única asesoría de un sueño de infancia. Sueño que aún no he podido cumplir, a pesar de que lo aposté todo. Lo aposté todo, creo que seguiré haciéndolo, porque hoy tengo más disposición a perder que seguir buscando. Murió Carlos, me pregunto: ¿habrá cumplido sus sueños, mi primito? ¿estará su alma atormentada o tranquila? ¿habrá sido feliz? Si yo muero hoy, creo que puedo decir que hice todo lo que quise, así eso no me haya hecho feliz. Creo que eso me hace ganadora, una ganadora muy loser, eso sí. 

Ayer supe de una chica, matemática y física, que cayó en la indigencia y en la demencia. Es una mujer joven, no tiene más de 40años, no tenía una vida muy diferente a la mía y, sin embargo, se dejó caer en el hueco. ¿Qué tiene ese hueco que resulta tan seductor para las mentes cansadas? Sin duda, mi mente está cansada y atormentada. Ese tormento despertó al monstruo, ese monstruo me tragó a mí. Ahora, el monstruo soy yo. 

No quiero ser el monstruo, no quiero ser el monstruo, migrante, apestoso, al que todos le temen y del que todos huyen. No quiero ser esa persona. 

¿Quién soy? ¿Quién voy a ser? Necesito dormir al monstruo y despertar yo, que he permanecido dormida, deprimida, apagada, hundida, manchada y casi-muerta. Necesito despertar, porque muerta aún no estoy. ¿Será que Carlos se puso de primero para mostrarme cómo es morir y todo lo que sufren quienes nos aman cuando sufrimos? Tal vez fue así, porque hasta antes del momento de su muerte, yo no pensaba sino en la mía, las únicas ganas que brotaban de mí eran las de morir. ¿Aún quiero morir? No lo sé, estoy muy cansada para pensar en la muerte. Supongo que esta respuesta es un rotundo "no", si yo estuviese tan cansada, ya habría comprado un pasaje para el descanso eterno.